Buenos Aires: la ley de la calle

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Ni Amsterdam ni Copenhague, ni ningún otro lejano paraíso ciclista: con Buenos Aires iniciamos una serie de artículos sobre cómo es ser ciclista urbano en el mundo. El periodista Hernán Ferreirós, que utiliza la bicicleta como único medio de transporte, nos habla del día a día del ciclista porteño: de sus dificultades para circular por una ciudad llena de coches y hostil a la bicicleta pero, también, del placer que supone usar un medio de transporte barato, saludable, veloz y, sobre todo, libre.

El 22 de febrero de 2012, un tren se quedó sin frenos al llegar a la estación de Once, en pleno centro de Buenos Aires. El saldo: 51 muertos y 703 heridos. Fue una masacre. La mayor parte de las víctimas eran trabajadores que llegaban del conurbano a la ciudad. La razón de tantas víctimas es doble: el tren tenía más de 50 años de antigüedad y llevaba unas cuatro veces más gente de la que debería.

Tras el desastre, todos los involucrados repartían culpas hacia afuera y, a la vez, coincidían en que no hay una solución inmediata a los problemas de nuestro transporte público. Un principio de solución o, por lo menos, una forma de aligerar el problema no tiene mayor costo y es tan rápida como la gente tome conciencia de ella. Sin embargo, muy pocos la consideran seriamente. En Buenos Aires, sólo el 4% de la población usa su bicicleta como un medio de transporte, y menos todavía para ir a trabajar diariamente. En otras ciudades como Copenhague o Portland, esta cifra ronda el 40%. Buenos Aires es mucho más grande, pero recorridos de 20, 10 o menos kilómetros son los más habituales y se pueden hacer sin problemas en bicicleta.

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(Con foto a cargo de un bicivilizado de la casa)

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