«Viajar sola no resulta problemático en sí salvo por la connotación que tiene en el mundo machista y patrialcal en el que vivimos» Entrevista a Natalia Bainotti, cicloviajera.

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Nati es una hermosa persona que conocimos en Bicivilzados Radio hace relativamente poco. Y ahora es nuestra columnista de cicloviajes. Que alegría fue todo el 2019 ir hablando con ella en bicivilizados radio desde algún lugar del mundo pedaleando y seguiremos este 2020.

Siempre he dejado un poco en este espacio de lado a lxs cicloviajerxs y no por nada en especial, sino porque todo el tiempo siento que me queda un poco lejos a mis sensaciones y conocimientos. Admiro a las personas que pueden emprender viajes en bicicleta por cualquier lugar del mundo.

Mandarse a viajar en bicicleta me abruma, a mi me da miedo y de eso habla en esta nota Nati que además es escritora, tiene su libro Mi vida en una mochila, que son crónicas por Latinoamérica.

Asi que era el momento de comenzar a darle su espacio tan merecido, Nati además es bastante urbana no se pasa todo el tiempo viajando en bicicleta, hace viajes más cortos y de eso sabe mucho también.

Espero que disfruten la entrevista porque intenté hacerle todas las preguntas que se me ocurrían si tuviera que empezar a pedalear en un viaje sin límites de tiempo y luegares, ojalá que sea la primera de muchas entrevista más a otrxs ciclioviajerxs.

Elegir una vida de cicloviajera me imagino que no es de un momento al otro. ¿Cómo fue tu decisión? ¿Qué cosas que te llevaron a decidir hacerlo constantemente?

En mi caso, la decisión de tomar el viaje como forma de vida vino antes que la decisión de hacerlo en bicicleta o, mejor dicho, de descubrir los viajes en bicicleta. Los puntos de inflexión fueron mi primer viaje largo, cuando estuve cinco meses recorriendo Europa, Turquía y Egipto en 2011 y me di cuenta de que quería que el movimiento formara parte de mi estilo de vida de forma activa. Quiero decir: me di cuenta de que quería vivir en movimiento, de que me sentía muy bien con el movimiento (en ese momento lo asociaba al viaje) como estilo de vida. La bici llegó luego, cuando en diciembre de 2013 hice mi primer viaje en bici, que duró solo cinco días y fueron suficientes para saber que quería viajar por más tiempo. En agosto de 2014 hice mi primer viaje largo en bici en Ecuador y desde ese momento viajo así.

Desde viaje de 2011, entonces, llevo una vida nómade, y veo el movimiento más allá del viaje: intercalo períodos de viaje y períodos de quietud en diferentes ciudades o países. Tener que adaptarme a diferentes lugares, conocer, tener nuevas rutinas, descubrirme en el reflejo y la interacción con otros es lo que hace, para mí, en este momento, al movimiento. No se trata de estar moviendome todos los días, sino de algo más macro: de cómo encaro mi vida.

Natalia-Bainotti

Nati Bainotti, mochilera, cicloviajera y escritora. La inmensidad sin duda debe dar miedo pero a su vez cierta realidad del inmenso lugar que vivimos.

Natalia Bainotti

«Tener que adaptarme a diferentes lugares, conocer, tener nuevas rutinas, descubrirme en el reflejo y la interacción con otros es lo que hace, para mí, en este momento, al movimiento. No se trata de estar moviendome todos los días, sino de algo más macro: de cómo encaro mi vida. »

¿Viajaste mucho por Sudamérica. ¿Qué cosas buenas y malas?

Qué difícil hablar de cosas buenas y malas. Prefiero hablar, tal vez, de aspectos que me gustan más y aspectos que me gustan menos. Por ejemplo: amo la cultura de comida callejera, me fascina que el sol salga temprano todo el año en países como Ecuador o Colombia, amo profundamente el color y la vida que se encuentra en los mercados desde Bolivia a Colombia, soy fan de las frutas que se pueden comer en Ecuador y Colombia (la papaya, la piña oro miel, la guanábana, la granadilla, el mangostino, la pitahaya, etc), me encantan los paisajes de bosques y las montañas y el azul sur de la Patagonia, me hace muy feliz la calidez y hospitalidad de la gente, me fascinan las laderas verdes sembradas en Ecuador.

Qué cosas no me gustan tanto… tal vez tener que ser muy específica y preguntar varias veces si algo tiene carne o está cocinado con un pedazo de costilla o un hueso, pero con la ventaja de hablar el mismo idioma, pasa totalmente a segundo o tercer plano 😃 Tal vez la inseguridad que vivimos en nuestros países. El machismo que se vive, y viajar no me exenta de vivirlo.

En todo caso, tiendo a mirar el vaso medio lleno, trato de apoyarme siempre en lo positivo y lo que por momento me agobia, canalizarlo.

¿Existen distintos tipos de cicloviajerxs? No es por encasillar pero indefectiblemente debe suceder ¿Qué tipos de viajes realizás?

Tantos tipos de cicloviajerxs como personas =) En mi caso me gusta viajar lento (muy lento), trato de tener una idea de hacia dónde quiero ir, cuál es mi ruta, pero no me gusta estar apegada a fechas o objetivos fijos porque suele perderse la espontaneidad de la ruta; me gusta conversar con las personas y compartir con ellas para entender cómo viven (me fascina cuando he tenido la posibilidad de convivir algunos días con diferentes familias en mis viajes); me gusta la naturaleza, especialmente la montaña y el verde, y que haya poca gente, por lo que busco rutas alternativas o secundarias, viajar por rutas menos conocidas o, si voy a un lugar más turístico, hacerlo en temporada baja.

¿Cómo convencerías a alguien de convertirse en un cicloviajerx?

Me voy a referir a alguien que quiere viajar pero no se anima todavía. Le preguntaría por qué no se anima. ¿Qué lo frena? Y que piense qué es lo peor que le puede pasar. Luego, ¿qué es lo mejor que le puede pasar? En general no nos animamos porque nuestros miedos se originan en la incertidumbre: no saber cómo reaccionaremos ante toda esa magnitud de cosas que solo están sucediendo en nuestra cabeza.

Le aconsejaría que hable con personas que SÍ lo hicieron (contarle a la abuela en la etapa en que apenas lo estamos pensando no suele ser una buena idea), que haga una lista de sus miedos y que vea cómo puede preverlos: ¿miedo a que le pase algo a la bici? Hacé un taller de ciclomecánica o aprendé con YouTube. ¿Miedo a quedarte sin comida? Mirá mapas, leé blogs de gente que ya anduvo por ahí, seguí gente en Instagram (hola!) y preguntale.

Y algo muy importante: no esperar a no tener miedo. Es un estado ilusiorio e inexistente, porque hacer algo que nos moviliza, que soñamos, nos va a dar miedo indefectiblemente. Si no te da miedo es porque no te desafía, porque no te mueve, porque no implica un cambio importante para vos. Que de miedo, para mí, es el mejor indicador. Yo lo sigo sintiendo cada vez que salgo de viaje, porque cada viaje implica algo nuevo para mí. Y me encanta. Me asustaría el día que no sienta nada, el día que salir me de lo mismo que no salir. Entonces, en vez de usarlo para quedarnos en nuestra zona de confort, tenemos que usarlo como motor, como fuerza movilizadora: viajo porque me da miedo. Aunque suene contraintuitivo, el miedo es nuestra mejor guía.

Natalia Bainotti

«Hacé un taller de ciclomecánica o aprendé con YouTube. ¿Miedo a quedarte sin comida? Mirá mapas, leé blogs de gente que ya anduvo por ahí, seguí gente en Instagram (hola!) y preguntale.»

Nati en un a instancia donde el paisaje ayuda a tomar esfuerzos increíbles.

¿Solamente viajás recorriendo o realizas otras actividades durante el viaje?

Sí, creo contenido para marcas, por lo que tengo la fortuna de que los mismos viajes son parte de mi trabajo, son la fuente de mis historias y de mi aprendizaje para luego, además, motivar y brindarle información a otras personas. También escribo para mi blog y otros medios, doy charlas, dicto talleres de escritura y talleres para que otras personas viajen en bici, y todo eso lo hago en los períodos de quietud de mi vida que, dicho sea de paso, pueden ser en cualquier ciudad.

Es en una pregunta cliché y no podemos dejar de preguntarla ¿Pero como resulta viajar sola? ¿Tuviste miedo alguna vez?

Si. Siempre jajaja! sé que puede parecer súper contraproducente que diga esto, pero vuelvo a repetir que viajar no significa no tener miedo. Significa que viajo a pesar de que tenga miedo, que hago lo que tanto quiero hacer incluso con miedo. De todas formas, mis miedos mutaron. Antes tenía miedo a que le pase algo a la bici, a no saber arreglarla, a quedarme sin comida. Ahora, años después, más consciente de la diferencia de género y con algo de vivencias en ruta, lisa y llanamente a veces le tengo miedo a los hombres. Escribí un post al respecto en mi último viaje, en diciembre, porque empecé a notar que cada persona que me hablaba, su segunda o tercera pregunta era si no tenía miedo. Y empecé a sospechar que no era simplemente «miedo». Era miedo de viajar sola, como mujer. Y empecé a notar incomodidad en mí de mirar a un hombre solo a los ojos. Molestia de que el único foco en mí sea que viaje sola. Sola por ser mujer.

Viajar sola no resulta problemático en sí por la connotación que tiene en el mundo machista y patriarcal en el que vivimos, por el espacio de sumisión al que todavía se nos quiere encasillar a las mujeres, por nuestro rol de objetos a disposición de un hombre. Ese es el peso que cargamos: viajar solas por lo que significa hacer cualquier cosa sola en nuestra sociedad.

¿Cómo se enfrentan la soledad y los miedos en esos viajes por paisajes tan inmensos y solitarios?

Personalmente busco un balance que me resulte para mí: como estoy todo el día sola, me gusta pasar la noche en una casa de familia, o en una estación de bomberos. Buscar un lugar donde dormir segura y, a la vez, conocer personas y otras formas de vida, y compartir un momento al final del día. Pasar varios días sola en la naturaleza, sin contacto con nadie, es uno de mis desafíos y sueños, que ojalá pueda cumplir este año.

Por otra parte, la contemplación que da la vida, ese ritmo en el que uno se sumerge cuando pedalea, meditar, escribir y dibujar, son mis formas de entenderlos, observarlos y vivirlos. Resalto esto: es necesario observar y vivir nuestros miedos y emociones, no taparlos, porque nos enseñan mucho.

Nati Bainotti

«Viajar sola no resulta problemático en sí salvo por la connotación que tiene en el mundo machista y patrialcal en el que vivimos, por el espacio de sumisión al que todavía se nos quiere encasillar a las mujeres, por nuestro rol de objetos a disposición de un hombre.»

Da la sensación que dar el primer paso para ser un cicloviajerx es muy complejo. ¿Cómo se puede programar un primer viaje, cuáles son los primeros pasos que hay que dar?

Creo que es complejo según el viaje que encaremos. Si el primer viaje va a ser un viaje sin tiempo definido, seguramente la preparación y logística va a ser más compleja. Mi recomendación es, en lo posible, partir de a poco: un viaje de un fin de semana o de cuatro días, por ejemplo, es ideal. Aprender lo básico de ciclomecánica (como mínimo, saber parchar una rueda), entrenar antes de salir (pedalear hacia el trabajo, hacer pedaleadas más largas durante los fines de semana previos), buscar un lugar cerca o un circuito corto o un lugar que ya conozcamos, y ocuparse más de las ganas y la confianza en uno mismo que de cuestiones técnicas como tener las mejores alforjas 😃 Y si no te animás a ir solo o sola, buscar un compañerx es una idea hermosa para compartir la experiencia.

¿Qué grandes conflictos políticos-sociales-económicos te has encontrado en tus viajes por el mundo? ¿Cómo los enfrentaste y que te dejaron?

Estuve en Egipto dos meses después de la Revolución egipcia, viajé por Colombia durante el Plebiscito por la Paz, llegué a Santiago de Chile el día del estallido social, estaba a punto de iniciar un viaje a mitad de marzo y tuve que postergarlo a raíz de la cuarentena por el Coronavirus.
Los primeros dos los viví más desde afuera, no me tocaban casi a nivel personal, por lo que mi experiencia fue más de observadora, de preguntar y escuchar.
El estallido social en Chile, en cambio, lo viví desde adentro-desde afuera: no vivo allá entonces no me tocaba personalmente la crisis, pero al estar allá en ese momento fui a las manifestaciones, hablaba con la gente, leía, me informaba y me empapé mucho de lo que sucedía. Lo viví en primera persona, tal como los habitantes de allá: una montaña rusa de emociones, sentía esperanza y me parecía bello pero a la vez profundamente doloroso, sentí frustración, un miedo físico que hacía años no sentía, y también mucha felicidad por las conexiones y los espacios que se abrían. Mis cable a tierra son, y fueron en ese momento, hacer deporte, meditar, hablar con amigos, escribir y dibujar. En ese momento estaba -y sigo- transitando un proceso de aprender a reconocer, observar y acoger mis emociones. Empecé a notar que sentía más tristeza por sentir tristeza que por la tristeza misma. Que me sentía más frustrada por sentirme frustrada que por lo que me provocaba frustración en sí. Fue entender mis emociones, darles espacio, aceptarlas. En ese proceso la escritura y el dibujo fueron clave, y por eso comencé a hacer de manera presencial y luego online el Círculo de contención de escritura y dibujo, una instancia en la que comparto ejercicios que me ayudaron en diferentes momentos.

Por otra parte, uno de los grandes aprendizajes que me dejaron los viajes es a aceptar la incertidumbre, una característica propia de la vida pero que muchas veces olvidamos porque tenemos una falsa sensación de control. Entender que los planes no son innamovibles, sino guías, un norte, sumado a aceptar y observar qué nos quieren decir nuestras emociones, y darnos espacio y y tiempo para adaptarnos a las nuevas circunstancias, a nuestro propio ritmo, son creo que los mejores aprendizajes que me han dejado las crisis.

Nati Bainotti

«Entender que los planes no son innamovibles, sino guías, un norte, sumado a aceptar y observar qué nos quieren decir nuestras emociones, y darnos espacio y y tiempo para adaptarnos a las nuevas circunstancias, a nuestro propio ritmo, son creo que los mejores aprendizajes que me han dejado las crisis»

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Cada vez que me voy de un lugar en el que estuve el tiempo suficiente como para haberlo hecho mío, siento lo mismo: una mezcla entre nostalgia, pena, resignación por los lugares que no llegué a conocer, felicidad por haber estado acá, una duda-mosca que se pregunta cómo sería seguir acá, saber que la vida sigue en todos lados, un poquito de ganas de no irme, la aceptación de que hice todo lo que pude hacer, sentir que dejo un algo mío y me llevo un algo de acá, la página en blanco de no saber qué vendrá. Eso pensaba hoy mientras pedaleaba de vuelta al departamento y veía el atardecer. Y pensaba, también, que a veces me da miedo acostumbrarme tan rápido. Este año pasé el verano en la agitación de Buenos Aires, el invierno en Puerto Varas frente a un lago mirando el volcán Osorno todos los días, y esta primavera en un Santiago convulsionado, respirando lacrimógenas cada tanto, escuchando sirenas todos los días y mirando edificios. Y es casi medianoche, la ventana del cuarto está abierta y el aire es fresco. Miro afuera, como todas las noches, y observo las luces de los departamentos. Me gusta detenerme en algunos y contar cuantas personas hay, ver qué están haciendo, escuchar sus risas o palabras sueltas que llegan de sus conversaciones si es que están en el balcón. E imaginar. ¿Cuántas historias hay ahí afuera, ahí en frente? ¿Cuantas ventanas-vista más veré? Por eso viajo: para conocer otras historias, para no quedarme solo en observar sino compartir y (tratar de) entender otras realidad, para que esa adaptación constante sea mi mejor arma, para acostumbrarme rápido pero no dejar de sorprenderme. Para hoy usar ascensores, presenciar manifestaciones, vivir desde adentro este despertar chileno y dormirme mirando edificios y mañana quién sabe 💛 . . . . . #chiledesperto #mividaenunamochila #mujeresviajeras #viajenbici

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Cuando vuelvo a una ciudad en la que me gustó mucho vivir, los días previos siento una mezcla entre ansiedad y temor: ¿Y si ya no me gusta? ¿Y si todo eso que disfrutaba ya no lo encuentro? ¿Y si no conecto más con la ciudad? ¿Y si cambié tanto que ya no pertenezco a ese lugar? Tengo miedo a desilusionarme. Tengo miedo de que mi recuerdo ya no coincida con la realidad. Cuando volví a Buenos Aires en septiembre, aunque estuve solo diez días, me pasó eso pero, por suerte y a pesar de lo agotada que terminé, mi amor por la ciudad seguía ahí. Ayer llegué a Santiago. Vine por seis semanas a tomar un curso de filosofía que se llama "El ser humano y la exploración" 🚵‍♀️ y estaba feliz y pipona de emoción. En la fila para Migraciones leí el mail: el curso se suspendió por falta de inscriptos. Una mezcla entre tristeza/no puedo creerlo/por algo debo haber venido acá, me hizo reír. Me empecé a reír porque mis planes, al parecer, siempre son así: son meras ideas que mutan y se amoldan a lo que lo siento que debo y quiero hacer y, también, al parecer, a lo que sucede en cada momento. Y en vez de amargarme opté por mirar la parte positiva de todo esto: tengo un día más para hacer mini viajes en bici o dar taller de escritura, me devuelven el dinero del curso y podré usarlo para otra cosa, puedo biscar la bibliografía del curso y leerla por mi cuenta, ya estoy en Santiago y, quiero creer porque de verdad creo que la vida funciona así, todo pasa por algo y por algo tenía que venir acá. En algunas semanas les cuento 💛 . . . La foto es en San Telmo, Buenos Aires, ayer antes de volar a Santiago 🛩 . . . . . #mividaenunamochila #mujeresviajeras #chile #viviVenzo #viajesVenzo #nomade

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