«La nueva constitución no puede excluir nuestras demandas; nunca más sin nosotras» Entrevista a Daniela Suau para Bicivilizados

Respecto situación de crisis constante que hay en Chile a partir del aumento del subte (metro) mucho se ha dicho que esto desencadenó y también que no fue tan solo esto. ¿Qué análisis o ideas tienes sobre esta situación? ¿Considerás que fue el aumento del metro en particular o una situación general la que desencadenó semejante crisis en su país?

Efectivamente, el estallido tuvo una génesis tras el alza del precio del pasaje de Metro en $30 ($2,39 pesos argentinos), pero tal y como se podía leer en muchos muros de Santiago, incluso hasta hoy, el pueblo lo dejó claro: “No fueron 30 pesos, fueron 30 años”.
Esta dura frase, al menos a mí me sigue poniendo la piel de gallina, alude a la promesa incumplida tras el retorno a la democracia, lo que se votó en el plebiscito de octubre de 1988. La promesa en ese entonces, por medio de la campaña del NO, fue “Chile la alegría ya viene”, promesa que para muchos no se cumplió. 

Pese a todas las injusticias instauradas en dictadura, como la privatización de diversos servicios que, antes de Pinochet, eran estatales, como educación, salud y las pensiones (jubilación) de los chilenos -por mencionar algunas-, dieron paso a una de las economías más desiguales de la región, donde el 99% de la población se reparte lo que deja el 1%. El ingreso per cápita del 10% más pobre de la población es 78 veces menor que el del 10% más rico.

Desigualdades que ninguno de todos los gobiernos democráticos posteriores a la dictadura, fue capaz de corregir. Peor aún si añadimos que todas estas desigualdades quedaron plasmadas en la constitución de 1980 -aún vigente- cuyas bases fundamentales de corte neoliberal fueron maquinadas por adherentes a la dictadura de Pinochet (1973-1990). 

Lo que pasó entonces, el 18 de octubre de 2019, y lo que estamos viviendo ahora, es que salimos de esa falsa burbuja de normalidad, a la que nos habíamos acostumbrado. Nos aburrimos. 

Si bien no nací en Chile, vivo en el país desde hace dos décadas al menos y he sido testigo y víctima de este sistema. No tuve que pedir crédito para estudiar en la enseñanza superior, pero si no fuera porque mis padres documentaban 12 cheques anuales, ni mis hermanos ni yo podríamos haber estudiado en la universidad.